Per Iñaki Anasagasti:
Acabo de editar un libro titulado “Jarrones Chinos”. En él cuento la relación que hemos tenido con los presidentes de la democracia española salvo con Arias Navarro. Y del elenco de presidentes (Suarez, Calvo Sotelo, Felipe González, Jose María Aznar y Rodríguez Zapatero) solo salvo a Suarez. Por una razón muy sencilla. Fue valiente y se enfrentó a la nomenclatura de la que procedía. El franquismo puro y duro del que fue su Secretario General del Movimiento. Pero eso no le impidió abordar los problemas y tratar de resolverlos. El resto de presidentes que hemos tenido solo se han dedicado a surfear por encima de ellos. Suarez los enfrentó.
Estamos viviendo momentos de gran hipocresía ante la desaparición de Adolfo Suarez. Los golpes de pecho, encendidos ditirambos hacia un Adolfo Suarez al que conocí íngrimo y solo en el Grupo Mixto con Rodríguez Sahagún sin que ningún banco les prestara un duro para su campaña de alpargata. Y me indigna esa foto mentirosa en la que aparece un Adolfo Suarez enfermo de espaldas al lado de un rey que le pasa el brazo por el hombro. Pura pose de un monarca que no toleró que Suarez, tras las elecciones del 15 de junio de 1977 se sintiera legitimado por las urnas y quisiera volar solo. El rey había sido puesto en su Jefatura por Franco. Suarez estaba ahí, al principio por el
dedazo del monarca, pero después, por el voto popular. Eso le creó la gran enemistad del inquilino de la Zarzuela que se creía con derecho al veto y a la injerencia y fue él, y nadie más que él quien propició la caída de Suarez en enero de 198l. Y Suarez dimitió “para que la democracia no sea un paréntesis”. Desgraciadamente veremos en su funeral a todos aquellos que lo persiguieron, abandonaron e insultaron, darse golpes de pecho en un funeral de estado que será una de las mayores contribuciones al teatro nacional de Valle Inclán.
Y como en Catalunya su financiación es uno de los principales caballos de batalla solo contar una vivencia con el ex presidente.
El año 1980 fue el año del comienzo de la autonomía vasca. Teníamos el coche de la autonomía a punto pero nos faltaba la gasolina de su financiación. Gipuzkoa y Bizkaia habían sido condenadas en 1937 a la pérdida de su Concierto Económico por haber sido “provincias traidoras al Movimiento Nacional”. Álava y Navarra, mantuvieron su pacto foral y nuestros mayores, al inicio de la transición nos pedían y recordaban las tres demandas que debíamos hacer: estatuto de Autonomía, Concierto Económico y el Capitán General de la VI Región militar con sede en Bilbao en lugar de que estuviera en Burgos.
Y aquel año de 1980 fue un año duro. Puesta en marcha de la autonomía vasca con una ETA enloquecida que mató a más de cien personas y, nosotros reivindicando la devolución del Concierto Económico. Y al final Suarez, con García Añoveros, lo devolvió. La explicación nos la dio a Benegas y a mí el propio Suarez en una cena en el Palacio Real: “Solo cuando estuve decidido a dimitir abordé la devolución del Concierto. Las resistencias eran inmensas. Pero lo hice por justicia histórica. Hoy sería imposible lograrlo y hasta de plantearlo”. Lo recuerdo vívidamente. Al poco la UCD desapareció y el 23-F Tejero y Armada daban su golpe militar cuarteleto.
Suarez fue un hombre valiente, no un demagogo del tres al cuarto al que se le va la fuerza por la boca. Hoy los políticos quieren perdurar y mantenerse en el machito. Suarez duró poco, fundamentalmente porque se enfrentó a los poderes fácticos e hizo lo que creyó que tenía que hacer. Hoy, haría falta un Suarez en La Moncloa y no un Rajoy con el discurso de la España Una, Grande y Libre.
He de decir que sinceramente, me da asco esta política española que ensalza a sus hombres solo cuando fallecen y ya no les crean problemas. Y una sugerencia. Cuando le vean al rey en el funeral, piensen que fue unos de los grandes responsables de la caída de Suarez. Se dice que la hipocresía es el homenaje que el vicio concede a la virtud. Pues eso.

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